Mi escoba y yo tenemos la semana de puente y nos vamos a perder unos días por el monte (a veces las jugadas nos salen bien, jejeje) pero cuando teníamos todo preparado para salir de viaje me he acordado que con la emoción, no había hecho la entrada del blog de esta semana y que además la tenía que tener colgada desde esta mañana!!
Así que ante esta situación tengo dos opciones para disculparme por mi retraso:
· Contaros la pena de Murcia, inventarme cualquier excusa y encima quedar bien (cosa que me consta que muchos humanos hacemos a menudo)
o
· Ser sincera (esto, también me consta que lo practicamos menos) y decir que me había despistao…
Soy una autentica fan de las palabras y del tremendo poder que ejercen cuando son intencionadas: persuadir, manipular, engañar,… aliviar, consolar, aconsejar…
(Cuando hablo de palabras incluyo todo tipo de sistema de comunicación que permita que las personas “se entiendan”, en el más amplio sentido de la palabra entender...)
Pero también soy una ferviente fan de la sinceridad y de no esconder la verdad. (Aunque en muchas ocasiones, la verdad la puedes y debes “vestir” para que sea un poco más amable)
Resumiendo, que me he despistao.
Pero esto me da la oportunidad de reflexionar acerca de cuánto de sinceran soy o de cuántos “cuentos” invento o verdades disfrazo para justificarme o huir de los conflictos…
Os dejo con un video en el que se ve perfectamente cómo el mismo hecho, contado de maneras distintas produce muy diferentes reacciones…
Ah, y algo que no he dicho pero que creo es fundamental: diga lo que diga no me puedo olvidar de que con mis palabras puedo hacer mucho daño y eso ni puedo, ni me lo quiero permitir. ¿y tú?
Ahora si: me voy de puente.
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