sábado, 8 de junio de 2013

Ni sé, ni tengo carisma

Jamás pensé que llegaríamos a esto pero hoy cuando he ido al supermercado que está al otro lado de la ciudad, le he visto.

En la puerta del establecimiento estaba el chico del segundo. Tiene cojones a lo que hemos llegado. Mi vecino del segundo tendrá unos 47 años y llevaba toda su vida trabajando en el taller mecánico de su padre. El taller cerró y todos fueron a la calle. Mi vecino tiene dos niños de 8 y 10 años y está separado de su mujer.

Se le ha juntado todo: que no ya no tiene paro,  que ha agotado las ayudas y que se ha comido los ahorros. Además, cada mes debe pasarle a su mujer ni sé cuánto de la manutención de los niños así  que el hombre dice que sólo espera una cosa en esta vida: morirse. 

Cuando me vio en la puerta del supermercado me dijo: “por favor no se lo digas a nadie” y yo no sé a quién le dio más vergüenza si a él o a mi…

Me dijo que había intentado todo para conseguir un empleo pero que llevaba tres años y medio sin encontrar nada y sin tener una sóla fuente de ingresos. Me contó también que algunas semanas que le tocaba estar con los niños no tenía ni para darles de comer y les mandaba con los abuelos.

Yo no me lo puedo creer. No me puedo creer que tan cerquita de mí ande rondando el hambre…se me ponen los pelos de punta.

Los señores que nos gobiernan pueden estar muy orgullosos de lo que han conseguido. Hace años, cuando la bonanza, hacíamos colas para entrar al cine, a los restaurantes o al Port Aventura. Ahora las mayores colas son las del banco de alimentos, las de los comedores sociales y las del paro. Ole y ole.

Uff que pena me da no saber cómo hacerlo pero si supiera,  lo dejaría todo y comenzaría un movimiento popular bien organizado que tendría dos objetivos: el primero que en España nadie pasara hambre (fuera o no español) y el segundo, concienciar a toda la ciudadanía para que nos ayudáramos y nos sacáramos adelante los unos a los otros. Sin políticas y sin personas al frente que nos roben y nos engañen. Pero lamentablemente ni sé, ni tengo carisma. 



Volviendo a mi vecino, me daba mucha vergüenza darle unas monedas a si que pacté con él que cada vez que tuviera que estar con sus hijos, yo compraría la comida y el cocinaría para todos. Al principio me miró muy extrañado, porque no nos conocemos tanto como para hablar de algo duradero, pero cuando sus ojos se empañaron y me sonrió supe que estaba de acuerdo con la idea.  

Cocina muy bien así que cada vez que vienen los niños es una alegría. Para mi vecino porque puede acogerlos con tranquilidad y para mí porque mi escoba y yo  comemos rico rico.


Creo que vivimos en un momento social muy delicado pero en el que se pueden hacer muchos gestos y mejorar muchas cosas. Creo que es un momento en el que debemos hablar, intercambiar, pedir y dar. Creo que muchos estamos dispuestos a hacer, pero hace falta que nos empujen un poco.


Estoy segura que tú tampoco eres indiferente a esta penosa situación que nos afecta y también estoy segura de que no te estás quedando con los brazos cruzados. Creo que es momento de que todos, todos, miremos a nuestro alrededor y veamos de qué manera podemos ayudar porque en el punto en el que estamos no podemos esperar a que vengan y nos salven.


Como decía mi amigo Gandhi (a quien no conocí pero considero amigo igualmente)...
Dicen que soy héroe, yo débil, tímido, casi insignificante. Si siendo como soy hice lo que hice, imagínense lo que pueden hacer todos ustedes juntos.”. 

                                                                                            ...Razón tiene, solo falta que nos lo creamos.