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viernes, 24 de octubre de 2025

España Lidera la Pobreza Infantil de Europa. ¿En qué andamos?

Mi escoba y yo vivimos en un barrio donde la gente más o menos, tiene para vivir, ir de vacaciones y salir a cenar algún finde.

En nuestro barrio todos nos conocemos, los que llevamos toda la vida y los nuevos vecinos. En el piso de abajo, vive Andrés.

Adres es un crio de unos 9 años que vino con su madre el año pasado. Es un niño simpático, alegre y educado aunque mi escoba y yo cada día le vemos más triste y más flaco.   

Un viernes por la tarde mi escoba, Andrés y yo estábamos sentados en un banco del parque (Andrés se hizo amigo nuestro porque le gusta mucho estar con nuestra perrita Bimba).

Andrés dice que los animales son mejores que algunas personas...

Mientras veíamos a los chicos y chicas que salían del cole que hay enfrente de casa, a Andrés se le iban los ojos detrás de las ropas y de las zapatillas de los niños y las niñas. Miraba sus mochilas y les escuchaba hablar de sus planes del fin de semana.

Después de mucho rato, Andrés con sus pocos 9 años nos decía que ese día no había comido y que él no entendía de políticas ni de estadísticas pero que sabía que su futuro era como una calle sin salida, oscura y desigual, mientras que el futuro de los demás niños eran avenidas llenas de luz. 

Nos contó que su padre se había marchado y que echaba de menos a su abuela que cocinaba como nadie.

Nos contaba que su madre le dejaba la cena hecha y muchas noches no volvía a casa. 

Mi escoba y yo nos mirabamos y no deciamos nada. Chiton. Las dos calladas como puertas. 

Somos majas pero poco decididas y como somos un poco cobardes, desviamos el tema hablando de lo majos que eran los perros del parque y diciendo que no se preocupara que seguro que todo mejoraría… Madre mía que ridículas somos.

En fin, La historia Andrés es la historia silenciosa de millones de familias y de  niños en este país nuestro. Es la historia de un país que, a pesar de ser la cuarta economía de la Unión Europea, arrastra una sombra larga de desigualdad que recae con mayor peso sobre los más pequeños.

Los Datos que Duelen: La Desigualdad en Cifras Españolas

La historia de Andrés aterriza en la cruda realidad de los datos sociales en España, los cuales reflejan un desafío estructural que persiste por encima de la media europea:

Liderazgo en Pobreza Infantil: España ostenta la tasa de pobreza infantil más alta de la Unión Europea. Según informes de UNICEF y el Estado de la Pobreza, cerca del 28-30% de los niños, niñas y adolescentes se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social. Esto se traduce en aproximadamente 2.3 millones de menores que viven con serias carencias.

Riesgo de Pobreza y Exclusión (AROPE): En general, España es el cuarto estado de la UE con mayor porcentaje de personas en riesgo de pobreza y exclusión social (tasa AROPE). Casi 13 millones de personas (cerca del 25.8% de la población) se mantienen en esta situación.

Pobreza Severa: La situación más extrema afecta a más de 4 millones de personas que sufren pobreza severa, sobreviviendo con menos de 644 euros al mes por unidad de consumo.

Desigualdad: El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingresos, se mantiene en niveles altos (alrededor de 31.2), lo que subraya que las rentas se distribuyen de manera muy dispar.

Estos datos demuestran que, si bien hay avances puntuales, la desigualdad y la pobreza estructural en España se ceban especialmente con la infancia, condenando a una parte de la población a enfrentar barreras desde el inicio de sus vidas.

Un Llamado a la Acción y la Reflexión

Y ya para terminar, mi escoba y yo, os proponemos un spot de Save The Children muy muy ilustrativo:

https://www.youtube.com/watch?v=0gEXjx13ZsM

Sensibilicémonos y sensibilicemos porfa…

domingo, 12 de octubre de 2025

¿Un hogar o un campo de batalla?

Mi escoba y yo queremos barrer el rincón de unos recursos esenciales que están al borde del colapso, afectando a la infancia más vulnerable. Esos recursos son los centros de menores. 

La situación más grave y absolutamente denunciable es la violencia e inseguridad extrema que las personas educadoras, integradoras y trabajadoras sociales estás sufriendo en los pisos tutelados y centros de acogida de menores y jóvenes en riesgo. 
Estos centros están diseñados, en teoría, para ser espacios de protección, recuperación y oportunidades.¿Perdonaaaaaaa? 

Su objetivo (tururu) es ofrecer una segunda oportunidad y un crecimiento sano y seguro a jóvenes que han sufrido abandono, maltrato y negligencia familiar. 
Sin embargo, lo que reflejan las denuncias de los profesionales es una realidad muy diferente y a la que no se le está haciendo caso por parte de las instituciones. 
Bueno, como no se le está haciendo caso a tantas y tantas cosas...

Estos son algunos de los puntos más destacados del análisis que hacen los y las educadoras de los centros. 

 Agresiones Diarias e Impunidad: el personal educador está viviendo constantemente bajo el miedo de la violencia física y psicológica, pero lo más grave es la sensación de “aquí no pasa nada” que acompaña a estas agresiones. 
Miren ustedes, hasta dónde yo sé, sufrir violencia no debe ser parte de ningún trabajo ni creo que esté dentro de las funciones de nadie.
Sufrir violencia en cualquiera de sus formas, es una vulneración inaceptable del derecho a la seguridad y la integridad física de los y las trabajadoras, creando un ambiente de miedo paralizante que mina la capacidad de ejercer la labor, nada menos de acompañamiento a personas jóvenes que emocionalmente están rotas y no entienden que pintan en esta sociedad. 

La Fragilidad del Sistema: el asesinato de la compañera de Badajoz el pasado marzo a manos de jóvenes tutelados, pone de manifiesto que los protocolos están fallando. 
¿Cómo podemos esperar que las personas educadoras trabajen en un entorno terapéutico si no se les garantiza que volverán a casa sanos?, ¿si son ellos los que necesitan terapia para soportar las jornadas laborales? 

La "Puta Guerra" y la Fatiga de la Empatía: Los propios profesionales describen su trabajo cotidiano como una situación de guerra o una olla a presión. 
Estas quejas evidencian la falta de personal, de protocolos de seguridad eficaces y de recursos especializados para abordar el profundo trauma y las necesidades de salud mental complejas que presentan muchos de estos y estas jóvenes. 

Las personas que trabajan en centros con menores saben que los y las jóvenes que llegan a estos centros son muy vulnerables y arrastran secuelas emocionales muy graves. 
Si el entorno que debe sanar, ofrecer estabilidad y enseñar el respeto a las normas es, en sí mismo, un foco de conflicto, violencia y miedo, su camino hacia la integración se vuelve casi imposible. 

Estamos fallando a quienes deberíamos proteger, revictimizándolos al confirmarles que incluso la "protección" oficial es un lugar inseguro y la violencia aprendida, se reproduce en el centro. Sin que ocurra nada.

El trabajo de integración, educación y acompañamiento solo puede llevarse a cabo en un entorno seguro, con supervisión clínica y apoyo administrativo adecuado. 

Al no garantizar la seguridad de los educadores, el sistema los condena a la frustración, al agotamiento y lo que es peor, a tener que centrar su trabajo en la contención física en lugar de en la educación y la terapia.

Se les exige ser "superhéroes" sin herramientas. 

Además, y como está requeteclaro, la financiación y la dotación de estos centros no es una prioridad electoral. 
(Ni lo será)

Este abandono económico se traduce en la escasez de terapeutas, psiquiatras y mediadores especializados, dejando a los y las educadoras de base solas para gestionar crisis que exceden con mucho su formación y capacidad. 

La inversión en estos centros significa invertir en la prevención de la delincuencia y en un futuro mejor para todos pero actualmente, esa inversión es clarisisiissimamente insuficiente. 

Desde aquí mi escoba y yo, hacemos un llamamiento urgente a las administraciones (que nadie nos van a escuchar pero que no sea porque no lo intentamos): 

Señores de los gobiernos, dejen de hacer el idiota jugando al "tú más" y estén a lo que importa, que este pais se nos va a la mierda.

Se necesita más personal, más formación en gestión de crisis  y una inversión real para que estos lugares sean espacios de confianza y esperanza, no de grima y miedo.

La seguridad de nuestros y nuestras educadoras es la seguridad de nuestro futuro social, y la única forma de romper el ciclo de la violencia. 

He dicho.

Os dejo el enlace a un video donde Victor Nieto nos cuenta qué es un centro de menores y sus tipos.
¡Muy recomendable!




domingo, 18 de marzo de 2012

Nuevas tecnologías, nuevos excluidos

¿Me esperarás? Ella contesto: claro que si, te esperaré cada día de mi vida hasta que vuelvas.
¿Me escribirás? Ella contesto: claro que  si aunque primero…tendré que aprender.

Y aprendió.

Mi madre  tiene casi 70 años. Aprendió a  leer y  a escribir ella solita cuando mi padre se fue  
a la mili.
Al igual que otros muchos ciudadanos de esta nuestra España, (aunque en unos lugares más que en otros) mi madre  no tuvo acceso a la educación y  aunque como buenamente pudo “se busco la vida” para aprender cuando le hizo falta,  siempre ha vivido con “la cosa” de que no había podido estudiar. Es un complejo que le ha acompañado toda la vida. Yo antes no era consciente de lo “pequeño” que te puedes sentir cuando “sabes menos” pero a medida que me voy haciendo mayor y veo cómo vienen pisando fuerte las nuevas generaciones, lo voy entendiendo.
Creo que la educación es uno de los pilares fundamentales del desarrollo de una persona y creo que el conocimiento uno de sus grandes valores. Pero para conocer  tienes que tener acceso a las fuentes del saber, o sea, tienes que tener acceso a la educación tradicional y a esa otra que llegó para quedarse:  la digital. ¿Qué hace hoy una persona que no tiene acceso a las tecnologías o que no sabe cómo funcionan? La respuesta es sencilla: excluirse.

 ¿Qué hace hoy mi madre, perfectamente válida y autónoma, pero ajena a todo lo digital delante del expendedor automático de  los tickets del tranvía o del metro? Y sin una sola persona de información para ayudarle. (política de recorte) ¿o cuando tiene que pedir cita telefónica para renovar el carné de identidad por qué ya no dan cita en mostrador? (política de recorte) Y no hablemos de cuando en la biblioteca le plantan delante de la intranet y le dice la responsable del servicio que es muy fácil hacer “lo del préstamo” que vaya trasteando en el ordenador hasta que aprenda…(política de falta de empatía de la bibliotecaria) y entonces mi madre, y mis vecinos de Angola o mi primo que tiene 33 pero que este mundo “tan moderno” le agobia, ante tanta cosa automatizada pasan del tranvía y del metro y pasan de la lectura.  Con razón.

Yo apuesto firmemente por la nueva tecnología y defiendo que es estupenda para muchas, muchas cosas, de hecho si tu y yo podemos interactuar sin conocernos es gracias a ella,  pero cuando la utilizamos de manera que parece que se nos ha ido la olla, me enfado. Señores de muchos lugares que he visitado, creo que el avance y la evolución de una ciudad debe sostenerse en elementos y herramientas integradoras que hagan que  el ciudadano se sienta parte, no en elementos puedan proyectar de nosotros una imagen moderna y avanzada pero que excluyen y disgregan.

No se si me estoy explicando…

Y si hablamos del acceso a internet y sus contenidos o de la telefonía móvil,  de los e-book, de las tablet, de los iphones, de las blackberrys, de los android y muchos etcéteras más, entonces si que ya nos metemos de lleno en la brecha digital y en esa distancia entre generaciones (y personas) que cada vez parece insalvable.

Yo se que en este momento de crisis global no es lo más oportuno el que yo me ponga a pedir una coherente, igualitaria y responsable gestión y control del acceso a las tecnologías pero es que de verdad creo que hay abierta una nueva vía de exclusión y de futuros excluidos, que se nos está escapando … y de la que nos daremos cuenta cuando nos explote y tengamos que salir corriendo a buscar medidas ¿de adecuación?, ¿de formación?, ¿de integración? Una vez más,  creo que nos está faltando, control, formación, análisis y previsión…

Desde aquí quiero hacer una mención especial a los civervoluntarios http://www.cibervoluntarios.org/  que ya hace más de 10 años trabajan para que todo el mundo pueda tener acceso a las nuevas tecnologías.  Habéis cumplido 10 años ¡a por otros …100 más¡

Os dejo con un vídeo que resume esta entrada y que no dudo os dibujara una sonrisa.



viernes, 16 de septiembre de 2011

Si no lo cuento, ¿parecerá que no pasa?


Hoy ha hecho una tarde preciosa con un cielo de lo más despejado, así que me he montado en mi escoba y he viajado algunos años hacia atrás. Mi viaje ha hecho parada en un recuerdo que me apetece contar, sobre todo,  porque éste tuvo un final feliz…


Aaron y su mama Sara llevaban dos años viniendo cada tarde al centro cívico donde yo trabajaba y nunca supimos la verdadera situación que estaban viviendo.
Sabíamos, que a Sara le había abandonado su marido y que no tenían más familia, que estaban solos y que entre los dos, se cuidaban el uno al otro.
Aaron y su mama venían todos los días y el niño, de ocho años,  se pasaba la tarde de actividad en actividad mientras Sara le esperaba. La biblioteca, la sala de encuentro y la ludoteca eran como su segunda casa.

Un  día me encontré a Sara lavando ropa en el lavabo de uno de los baños del centro. Me miro, me dijo que no dijera nada y que le guardara el secreto. Que les habían cortado el agua y que no tenía dónde lavar. Esa misma tarde durante la sesión de juego con Aaron, saqué el tema y con la sinceridad innata de la infancia, me dijo que su mama no le dejaba contar nada de su casa, ni de dónde iban después de salir del centro cívico, pero que les habían  echado de su piso y que llevaban un mes durmiendo en la estación…y que no era la primera vez.

Evidentemente entramos en acción. Desde los servicios sociales se les buscó un piso y se diseñó un plan de acción para trabajar con Sara: Formación, inclusión en bolsas de trabajo y seguimiento. A los dos años, Sara seguía haciendo formación y había mantenido su puesto de trabajo en una empresa de catering.  Afortunadamente, en este caso, el trabajo desde los servicios sociales dio sus frutos.

A partir de entonces muchas veces he pensado en todas esas personas que no se atreven a contar, a denunciar, a pedir ayuda y a dejarse ayudar o al menos, dejarse asesorar.

Tengo claro con Sara y Aaron se pudo intervenir porque  eran usuarios diarios y algunos de sus movimientos hicieron saltar las alarmas, pero principalmente porque el niño contó por lo que estaban pasando.  No sabemos cuanto tiempo más Sara hubiera podido  esconder su situación.

Vivimos en una cultura de “culpa” en la que parece que las cosas que a uno le pasan se las busca uno mismo. Pero no siempre es así: Las "circunstancias" hacen mucho y la mala suerte…mucho más. Además, aunque la culpa fuera de uno mismo, ¿no es posible reorientar, volver a intentarlo?  Creo que si,  creo que debemos darnos y dar segundas oportunidades y si no sabemos cómo o donde encontrarlas, preguntarlo sin miedo, sin culpa y sin vergüenza.