Posiblemente nos crucemos por la calle y yo no sepa quien eres tú, ni tú quien soy yo.
Y posiblemente nunca nos conozcamos, pero mi alma tiene razones para buscarte porque aunque no me conozcas sé que a ti también te duele cuando lloro. Porque sé que me vas ayudar a no tirar la toalla. Porque sé que piensas que merezco que me quieran. Porque sé que sabes que me enfrento a mi silencio cada día. Porque sabes que tengo mucho que decir…y que enseñar. Porque te gustaría ayudarme a no tirar la toalla. Porque sé que te gusta que sonría. Porque he aprendido a disimular mi pena como nadie y ya no quiero disimular más. Porque mi mirada es limpia aunque mis ojos a veces estén morados. Porque quiero ser feliz. Porque quieres que sea feliz. Porque no me voy a rendir.
Por eso necesito que me ayudes, aunque no me conozcas. Porque por fin voy a dar el paso y porque cada golpe que él me da me hace estar más segura de que:
¿Quién me ha hecho creer que pertenezco a alguien? Nadie es dueño de nadie. La percepción que él tiene de las cosas le hace pensar que soy suya y la inseguridad que siento me anula y le hace más fuerte. Pero yo no tengo dueño o no debería tenerlo y debería creerme de una vez que únicamente yo debo rendirme cuentas a mi misma. Mi cabeza es la que me ata y me somete pero también mi cabeza es la única que puede romper mis cadenas y liberarme…
Mi silencio no es la solución. Es su arma.
No me voy a avergonzar de lo que me pasa porque ni “me lo he buscado”, ni soy culpable, ni “lo tengo merecido”, ni “soy una ignorante que no vale para nada…” Y por eso, porque no debo avergonzarme, no me voy a callar. Si no hablo, nadie podrá ayudarme porque nadie sabrá por lo que estoy pasando y él, podrá dar rienda suelta a su visceralidad siempre que quiera, porque mi silencio es el arma con que gana sus batallas.
Quien maltrata ni educa ni aporta, sólo asusta, bloquea y frustra.
“La letra con sangre entra”…ya no. Pero antes tampoco. La sangre sólo ha hecho que me “entre” el miedo, la rabia, la vergüenza, la humillación, la angustia y la pena… Dice que no sé hacer nada, que por eso me pega, para que aprenda. ¿Para que aprenda a qué, a sentirme cada día más pequeña, más ninguneada, más insignificante, más desplazada y más sucia?. Sé que el ser humano aprende cada día y yo debo aprender a caminar hacia mi libertad, aunque creo que el simple hecho de plantearme un cambio ya es un buen comienzo. Esta vez, no me voy a rendir.
Quien bien te quiere…NO te hará llorar.
En una relación de pareja en la que las dos personas persiguen la felicidad “al lado” del otro, se cuidan, se apoyan, se entienden, se comprenden, se desean, se admiran, se miman…Se quieren.
Pero cuando en una relación de pareja lo que uno persigue es la felicidad “a costa del otro”, la cosa cambia: Se humilla, se grita, se impone, se golpea, se angustia, se viola y lo que es aun más evidente, NO se quiere…
No se trata de ser valiente. Se trata de sobrevivir.
Cada vez hay más mujeres que “actúan”, rompen su silencio y denuncian. A partir de aquí, el mecanismo para su protección se pone en marcha. ¿Por qué no puedo yo hacer lo mismo?
No se trata de ser más o menos valiente, se trata de que si no lo hago, lo que está en juego es mi propia vida. No la voy a arriesgar más. Debo actuar. Romper con esta situación. Sé que yo soy quien debe dar el primer paso. A partir de hoy no estaré sola… Ya no tengo miedo.
Nadie merece que le humillen. Yo tampoco.
En este mundo hay una cosa que se llama respeto y otra que se llama dignidad.
La primera es una obligación que deber cumplir él. La segunda es un derecho que debo ejercer yo.
Cada mañana soy libre de empezar de nuevo, y cambiar mi vida.
Sólo yo debería ser la dueña de mis pasos. Decidir dónde, cómo, con quien y por qué, me debería corresponder únicamente a mí.
Todo el mundo se confunde y toma decisiones equivocadas ¿y que? Somos humanos. Si la persona a la que un día me uní no es como yo pensaba y me hace sufrir ¿Para qué sigo a su lado? Debo cambiar el rumbo de mis pasos. Vida solo hay una y posibilidades de ser feliz, muchas. No va a ser fácil pero tampoco lo es soportar día tras día, día tras día, día tras día…lo que a él le venga en gana.
Nadie es perfecto. Él tampoco.
Él tampoco aunque crea que siempre tiene la razón, que es el que más sabe de todo, que las cosas se deben hacer a su manera porque así es como hay que hacerlas...
Él no es perfecto aunque me haga pensar que soy una inútil y me lo haya dicho tantas veces que me lo haya acabado creyendo. No permitiré que acabe con mi autoestima. Alguien que es capaz de hacer daño…No puede ser perfecto…
La vida esta llena de oportunidades. También para mí.
¿Por qué no me creo que pueda haber una salida para mi situación? Mi hoy no tiene por qué ser igual que mi mañana.
Nadie me ha echado un mal de ojo, mi circunstancia no tiene que ver con que “tendrá que ser así, ¿qué le voy a hacer?”…Que no, que no soy inferior a nadie, que soy fuerte y puedo comenzar de nuevo, que tengo las mismas oportunidades y el mismo derecho que cualquier otra persona a llevar una vida serena y tranquila y que además, me lo merezco. Pero tengo que creérmelo…y provocar el cambio.
Por todo esto, mañana me levantaré y como cada día llevaré a mi niña al colegio. Después respiraré hondo y aunque me tiemblen las piernas, el miedo no me paralizará. Mañana denunciaré a mi maltratador y habré dado el primer paso hacia mi nueva vida. Una vida digna.
Pero no puedo hacerlo sola…¿Te he dicho ya que te necesito? Me hará falta tu comprensión, tu solidaridad, tu respeto y tu paciencia. Pero estoy tranquila. Por que sé que puedo contar contigo, aunque no te conozca
Ya son 50 las mujeres que este año han muerto a manos de sus maltratadores y muchas otras que viven victimas de miedo. No mires hacia otro lado, ACTÚA.
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