¿Por qué? porque tengo la escoba más pesada de la vida. “Y cómprate
las cosas con capucha que no te mojas y que no se te enfrían las orejas y bla,
bla, bla”…y por no oírla pues me he comprado un abrigo con un capuchón enorme.
Pero oye, le he cogido gusto super rápido. Yo me planto mi capucha y ya pueden caer
chuzos de punta. No los veo, no los oigo, no los siento. Nada.
Pero no sólo eso, ni oigo los chuzos ni oigo,
ni veo, ni voy pendiente del que llevo al lado. Salgo a la calle, me escondo en
mi capucha y hasta que vuelvo a entrar, es como que el mundo no existiera, palante
palante…
¡Es guay! No es una capucha ¡Es un aislante! Tres narices me
importa lo que pase alrededor. Es como la vida misma, yo me meto en mi historia
y tres narices me importa lo que le pase al de al lado. Así de fácil. Eso sí, cuando
me pase algo, tres narices le importará al de al lado lo que me pase a mí.
Y así estamos, cada vez más globalizados y sin fronteras
pero más a nuestra bola y más solos.
Os juro que no conozco a mis vecinos. Sé quiénes son los de
al lado y los de enfrente pero del resto ni idea. Y ya no hablemos de la gente
de los portales de al lado. Es como si hubiera
llevado capucha desde hace muuuuucho tiempo. (Calentita, cómoda… indiferente)
Y en los días que no llevo la capucha, mi teléfono es mi
aliado. ¿Qué voy en el autobús? Pues voy chequeando el correo, washapeando con
mi escoba, leyendo mil tontadas, pero de
mirar al de al lado, ni hablamos. ¿Qué estoy esperando en la panadería? Lo mismo.
Es como si “encontrarme con el otro” me aterrorizara.
Qué imbéciles somos.
Perdón. Qué imbécil soy. Cada vez más dependiente de mi espacio de seguridad y
mi zona de confort me voy haciendo más frágil, más insegura.
Creo que tengo una
cuenta pendiente conmigo misma. Debería proponerme mandar a tomar viento la
capucha y tirar el móvil al mar. Pero ¿Y si lo hago y me quedo sola ante un sinfín
de encapuchados washapeantes? Redios que sensación de desamparo. Glup.
Dicen los sicoanalistas que
” en Las
nuevas sociedades la soledad es una de las
enfermedades más sigilosas de la era moderna y una de las menos conocidas. Toda
una paradoja para un tiempo en el que las interacciones entre individuos son
cada vez más constantes y complejas”.
Supongo que si quiero recibir, tengo que dar así que, aunque
me cueste, hablaré con mi escoba y le daré el abrigo. No quiero que la indiferencia vaya conmigo a ningún
lado. Como dijo Gandhi “Se el cambio que
quieres ver en el mundo”. Voy a empezar por mí.
A la mierda la capucha. Eso si el móvil me lo voy a ir quedando pa´ por si acaso…
Este es un video
de lo que pasa cuando te desencapuchas.